Hoy nuestra aventura salmantina llega a su fin. Han sido cinco estupendos días en tierras castellanas disfrutando del equipo y de la ciencia. Hasta ahora, y desde 2018, habíamos podido participar juntos en muchas actividades, siempre en casa, pero esta experiencia ha unido más a todos los miembros de Luis Amigó Curiosity. No es lo mismo la convivencia en el Legoratorio o en un evento concreto que durante 24 horas todos juntos y, una vez más, tengo que decir que el buen rollo que impregnan estos chicos y chicas es espectacular: siempre dispuestos para ayudar, nunca con una mala cara y disfrutando de las pequeñas cosas de cada momento.
Tras la finalización del trigésimo séptimo Encuentro de Jóvenes Investigadores organizado por I.N.I.C.E. nos hemos incorporado a una visita de la ciudad con los integrantes del mismo. Durante esta el guía, un residente local, nos ha explicado curiosidades de la bella metrópoli salmantina tales como las irregularidades presentes en la imponente Plaza Mayor de la ciudad o las distintas peculiaridades de las piedras que edifican los bellos monumentos de la misma, desde el equipo os recomendamos la visita de la urbe. Al acabar el recorrido hemos regresado al apartamento tras realizar un rápido vistazo al puente romano de la ciudad.
Hoy, aunque nos hemos levantado un poco dormidos, después del desayuno ya estábamos a tope y con muchas ganas de ir a nuestro último día de ponencias. Éstas han sido muy interesantes y han tratado diferentes temas. Además, hemos podido ver la presentación de nuestro compañero Raúl cuyo trabajo se centra en encontrar una manera de que los satélites reflejen la menor luz posible. Después nos han dado una charla sobre la importancia de la ciencia en la sociedad actual. Cuando ha terminado, hemos regresado al apartamento para jugar unas entretenidas partidas al chinchón. Pero mientras volvíamos no nos hemos podido resistir a comprarnos algo en una tienda de chuches que hemos visto. Más tarde hemos ido a comer a la misma residencia de ayer. Al terminar hemos vuelto de nuevo al apartamento para jugar al UNO que hemos acompañado con unos deliciosos schoko bons y unas cuantas risas al ver que la partida parecía interminable.
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